Problemas colectivos y comportamiento individual

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Llama la atención el debate que se ha desencadenado sobre el uso del cubrebocas. Es una solución sencilla que podría ahorrar no solo miles de contagios y de muertes, sino también millones de pesos en pérdidas económicas. Un grupo de economistas de Goldman Sachs calculó el impacto económico que tendría el uso obligatorio del cubrebocas. El equipo liderado por Jan Hatzius –quien ha recibido un par de veces el premio Lawrence R. Klein por hacer el pronóstico económico más preciso en Estados Unidos– señala que un mandato de obligatoriedad sobre el uso de las mascarillas podría mitigar las pérdidas económicas en un billón de dólares, más o menos 5% del PIB estadounidense, evitando cierres posteriores en el desconfinamiento. El The Economist convierte a esta cifra a algo más tangible: por cada persona que use una mascarilla se evita una pérdida de 56 dólares diarios.

Es increíble que una solución tan sencilla no logre ser implementada de forma generalizada. No solo se ha politizado el tema, se ha convertido también en un extraño debate sobre libertades individuales. Sin entrar en cuestiones políticas ni sugerir un mandato presidencial que lo obligara, se podría lograr un uso mayor del cubrebocas si se siguieran algunas pistas de economistas conductuales, quienes sostienen que a través de pequeños empujones –nudges– se pueden impulsar cambios de conducta en la población.

Entre los “nudges” específicos para el uso de las mascarillas señalan que lo más importante es la claridad en el mensaje. No puede haber espacio para la ambigüedad, señala Erez Yoeli, economista conductual de MIT en el episodio de Planet Money sobre el tema. ¿Qué ha pasado en México? En abril, el doctor Hugo López-Gatell, ante la casi-siempre-presente pregunta sobre el uso del cubrebocas decía que estos llevan a una falsa sensación de seguridad. Lo repitió en julio, cuando México ya tenía 45 mil muertos por covid-19. En julio también, el secretario de Hacienda llamó a usar cubrebocas para poder llevar a cabo una reapertura más exitosa, pero al ser descalificado por el presidente la mañana siguiente, Arturo Herrera reculó en su mensaje. La ambigüedad se ha reiterado todos los días en nuestro país, mensajes diarios de gobernadores o jefes de gobierno promoviendo el uso del cubrebocas, pero observando el ejemplo del presidente y del mismo López-Gatell al no usarlo.

Algo similar sucedió durante la Jornada Nacional de Sana Distancia. El mensaje era: si puedes, quédate en casa. Si lo necesario para evitar el contagio era un confinamiento más estricto, tenía que haber habido un programa de apoyo fiscal. Hubo un sector de la población que se quedó en casa, pero otro se escudó —con o sin razón— en el “yo no puedo quedarme” para no cumplir el encierro. Hoy, a más de cinco meses de pandemia, con condiciones distintas, el mensaje se ha perdido.

En un escenario incierto como el actual, la gente busca espacios de certeza. La ambigüedad ha costado millones de pesos, pero sobre todo ha costado vidas. Ojalá en algún momento entendamos que pequeños cambios en nuestra conducta individual pueden resolver enormes problemas colectivos, es así de claro, como claro debería de ser el mensaje de las autoridades.

Publicado por Milenio
25-08-2020