Abigail Mendoza
México ha tenido un avance significativo en el empoderamiento político de las mujeres en los congresos:en el país hay mil 113 legisladores locales, de los cuales 542 son mujeres (49%). De 500 curules en la Cámara de Diputados, las mujeres ocupan 241 (48%) y 63 de las 128 del Senado (49%). La entidad con la menor proporción de mujeres en su Congreso es Baja California (36%) y Morelos es la que cuenta con más mujeres legislando (70%).
Mientras que el promedio mundial de mujeres en los parlamentos nacionales es de apenas 24%, México ocupa el primer lugar de los países de América Latina con la mayor cantidad de mujeres en el Senado y el segundo en la Cámara de Diputados, y el primer lugar en la clasificación de mujeres en los parlamentos entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Para la senadora Patricia Mercado, “la paridad llegó para quedarse” ya que “es un acto de reconocimiento, un acto de justicia”, y es que aunque los datos sobre paridad de género en nuestros congresos son muy positivos, la realidad es que son una condición necesaria. Lo raro y lo que debería asombrarnos, es que no se haya alcanzado la paridad en otros aspectos de la vida política de México.
“Lo que apenas hemos ganado en la paridad es la representación parlamentaria, no así en el Ejecutivo (ni locales, ni federal), ni en el Poder Judicial”, comenta Mercado, “la paridad debe extenderse a otras dimensiones”. De acuerdo con el Atlas de Género del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2015), en el país solo hay un 14% de presidentas municipales y únicamente un 39% de juezas y magistradas. El papel de las mujeres en las decisiones políticas de México continúa siendo limitado.
“Lo que nos pasa a las mujeres en la política es que somos siempre valoradas de manera diferente, no se considera que las mujeres estemos aquí por derecho propio, creen que llegamos por fuerza de la ley” comenta la diputada Martha Tagle, “sigue estando la idea de que las mujeres no podemos más que decidir en donde ellos nos digan y no movernos más allá. Todos los días es ir contracorriente para ser escuchadas. Las mujeres debemos trabajar el doble para que se nos reconozca la mitad”.
El arduo camino hacia la paridad de género
De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral, la paridad de género es el principio constitucional cuya finalidad es la igualdad entre hombres y mujeres. Según el Consejo Nacional de Población, el 51% de la población mexicana son mujeres, de las cuales el 69% (44 millones) se encuentra en edad de votar y ser votadas. Es evidente la importancia de las mujeres en la vida política de México, sin embargo, a pesar de las estadísticas demográficas, el camino hacia la paridad no ha sido ni fácil ni corto.
El primer paso se vivió en 1947, cuando se reconoció en la Constitución el derecho de las mujeres a participar en las elecciones municipales. Años más tarde, en 1953, las mujeres fueron consideradas ciudadanas (así como se lee), con este “reconocimiento” pudieron votar y ser votadas en las elecciones locales y federales. Sin embargo, tuvieron que pasar otros 61 años para que hasta 2014 se obligara a los partidos políticos a garantizar la paridad de género en candidaturas a legislaturas federales y locales.
La paridad en el Poder Legislativo es apenas el comienzo y los retos son muchos y variados. “En México es la primera ocasión que vamos a tener un Congreso paritario. Ahora este número se tiene que ver traducido en un tema cualitativo”, comenta Tagle, “impulsar la agenda para atender los principales problemas que afectan todavía a las mujeres, para atender las brechas de desigualdad más importantes”.
¿Qué temas deben estar en la agenda legislativa a partir de esta paridad? Estas son algunas opiniones de legisladoras y activistas:
Para Martha Tagle, los principales problemas de las mujeres tienen que ver con el empoderamiento económico y la violencia de género en sus múltiples manifestaciones. En el mismo tenor, Patricia Mercado afirma que las agendas legislativas deben acercarse más a los problemas de la vida cotidiana de las mujeres: lograr una distribución más equitativa de las responsabilidades familiares y el trabajo de cuidado, y sobre los derechos reproductivos, como el embarazo adolescente.
“Estamos entrando a la vida pública pero seguimos encargadas de las tareas de la vida privada, de estas tareas de cuidado y de trabajo doméstico, esto hace que las mujeres no deseen acceder a muchos espacios porque en realidad siguen teniendo esta responsabilidad. Necesitamos lograr también paridad en los trabajos de cuidado o por lo menos una distribución más equitativa entre el Estado (que construya infraestructura social para el cuidado) y los hombres y las mujeres”.
Para Ximena Andión, directora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, los temas prioritarios son el trabajo doméstico remunerado, es decir, los derechos laborales de las trabajadoras del hogar, legislar la paridad de género en otros órdenes y poderes (Ejecutivo y Judicial), y armonizar la legislación en materia de aborto.
Por su parte, Regina Tamés, directora del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), señala las reformas a la Ley del Seguro Social para reconocer el trabajo de las trabajadoras del hogar y el derecho de los hombres a las estancias infantiles, la despenalización del aborto y ampliar las licencias de maternidad y paternidad, así como reconocer las licencias parentales.
El empoderamiento político de las mujeres debe reflejarse en una activa agenda legislativa que encause las demandas más importantes que tenemos las mujeres y propicie la reducción de la brecha de género. ¿De qué forma participará la ciudadanía para impulsar los cambios? ¿Cuáles son los temas prioritarios? ¿Qué vamos a hacer para alcanzar la paridad en otros ámbitos de la vida política del país? Aunque nuestras preguntas son muchas, las mujeres seguimos avanzando.
Publicado por Animal Político
19-12-18