Insertar a Hidalgo en América del Norte

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Una consecuencia inesperada del proceso de apertura comercial que experimentó México desde mediados de la década de los ochenta, acelerada con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, fue un crecimiento y desarrollo económico de los estados del país que ha seguido una tendencia marcadamente divergente.

Por un lado se encuentran las entidades que se lograron insertar en las cadenas de producción de América del Norte, con sectores manufactureros dinámicos y altos niveles de crecimiento (el Bajío y el norte del país). La otra cara de la moneda son las entidades ubicadas principalmente en el sur-sureste de México que no han tenido éxito en modernizar sus actividades económicas, o que siguen dependiendo de las actividades extractivas. Por ende, registran bajos niveles de inversión extranjera y mayor pobreza.

Hidalgo pertenece al segundo grupo, aunque su geografía –colindante con el Bajío y Puebla, potencias exportadoras del país, así como el área conurbada de la Ciudad de México– apuntaría a lo contrario. El Índice de Competitividad Estatal (ICE) publicado hace unos días por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) ubica a Hidalgo en la posición 22 a nivel nacional y lo coloca en el grupo de competitividad media baja.

Contrario a sus vecinos, el estado ocupa el lugar 30 en aprovechamiento de las relaciones internacionales -el cual mide el grado con el cual las entidades capitalizan su relación con el exterior, incluyendo exportaciones, inversión y turismo- , solo por encima de Chiapas y Yucatán.

En los últimos tres años, Hidalgo promedió una tasa de crecimiento real negativa de (-)2.5% y se posicionó en el lugar 26 de 32 en captación de inversión extranjera directa. Las exportaciones de Hidalgo representan únicamente 8% del PIB estatal, un porcentaje significativamente menor si se compara con sus estados vecinos Querétaro (51%) y Puebla (41%). En este caso particular, un fenómeno de contagio sería beneficioso para la entidad.

Vale la pena preguntarse, ¿por qué Hidalgo ha fracasado en aprovechar su ubicación privilegiada para detonar mayores tasas de crecimiento?

Hay, por lo menos, tres explicaciones posibles y complementarias para el rezago de Hidalgo. Para que un estado sea competitivo tiene que ser innovador. Este no es el caso de Hidalgo. La entidad se ubica en la posición 20 en innovación de sectores económicos del ICE. Además su diversificación económica está en la posición 18, dado que las  actividades económicas siguen concentradas en Tula, alrededor de la refinería Miguel Hidalgo y la central termoeléctrica de la CFE. El estado no ha podido generar polos de desarrollo de alto valor agregado en otras regiones como Pachuca o Tulancingo, con la excepción de la planta cervecera inaugurada hace tres años en el municipio de Apan.

Esto se debe, parcialmente, a la falta de infraestructura. Un ejemplo puntual es que en 2014 el estado perdió la oportunidad de recibir una inversión de más de mil millones de dólares con la construcción de una planta automotriz alemana, la cual prefirió instalarse en San Luis Potosí por la falta de vías de comunicación terrestre en la entidad.

A la falta de infraestructura hay que sumar la dificultad para desarrollar proyectos, es decir, los bajos niveles de certidumbre jurídica y Estado de derecho. Quizá el ejemplo más representativo en este rubro es el gasoducto Tuxpan-Tula, el cual lleva detenido desde 2018 por conflictos sociales, y cuya terminación permitiría llevar gas natural de Texas a precios competitivos a la entidad, así como reconvertir a gas natural la termoeléctrica de Tula (una de las más contaminantes del país). Este no es un caso aislado: la construcción del ducto Tula-Villa de Reyes ha enfrentado problemáticas similares.

Independientemente de quién resulte ganador en la elección del 5 de junio, la próxima administración deberá generar un ambiente propicio para el desarrollo de proyectos de infraestructura que promueva la inversión de alto valor agregado y maximice las oportunidades de su ubicación geográfica. Sin certidumbre jurídica esto no será posible. Una forma de enviar un mensaje creíble de compromiso con el Estado de derecho sería facilitar la terminación del ducto Tuxpan-Tula. Ese sería un primer paso para volver a Hidalgo un estado norteamericano en el sentido económico.

Publicado en Animal Político.

24-05-2022