Innovación tecnológica para la inclusión financiera

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El cambio tecnológico ha representado un nuevo paradigma para los servicios financieros a nivel global. La digitalización es una tendencia que no hará sino acelerarse en los años por venir y, con ello, los reguladores financieros enfrentan un reto sin precedentes: garantizar la seguridad de los usuarios sin desincentivar la innovación tecnológica. Un ejemplo claro de ello son los servicios de cómputo en la nube, es decir, el uso de servidores externos para procesar y almacenar datos de clientes y operaciones.

Con el objetivo de minimizar riesgos, México ha optado por una regulación que eleva innecesariamente las barreras de acceso a servicios de nube que permitan a las empresas simplificar sus operaciones, reducir sus costos e innovar para ofrecer mejores servicios a precios asequibles. Los requisitos de residencia de datos –es decir, mantener la información en servidores ubicados dentro de una determinada jurisdicción–, así como la necesidad de notificar y recibir autorización por parte de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) para migrar a la nube, son dos ejemplos de regulaciones prescriptivas que, en el fondo, impactan negativamente la innovación, particularmente en el segmento de tecnología financiera (fintech).

La penetración de los servicios financieros ha sido un reto constante en México, y aunque ha visto avances en los últimos años, no han sucedido al ritmo que se requiere. El país se mantiene con bajos niveles de inclusión financiera; de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021, únicamente 68% de los mexicanos tienen acceso a algún servicio financiero y 49% tiene una cuenta bancaria. Estos porcentajes prácticamente no se han movido desde 2015.

Al mismo tiempo, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2020, en México hay 84.1 millones de usuarios de internet, 72% de la población 88.2 millones de mexicanos son usuarios de telefonía celular (75.5% de la población) y de ellos, 91% cuenta con un smartphone. La amplia cobertura ofrece una oportunidad de oro para que los servicios financieros lleguen a donde nunca antes habían podido.

La banca tradicional no ha sido omisa a este hecho, y está experimentando una acelerada transformación digital, donde las sucursales de ladrillo pierden relevancia -aunque no dejarán de ser necesarias-, mientras que las fintech adquieren una mayor participación en el mercado. La tecnología se ha caracterizado por ofrecer nuevas alternativas a personas con poco acceso o excluidas del sistema financiero tradicional a través, por ejemplo, de otorgamiento de créditos de forma remota, de la facilitación del envío de remesas o de creación de campañas de financiamiento colectivo (crowdfunding).

Procesar y almacenar datos de forma segura a través de la contratación de servicios en la nube no debe ser un lujo ni una carga regulatoria para este tipo de instituciones, sino un proceso sencillo que potencialice su capacidad de ofrecer mejores precios a costos accesibles. México debe apostar por una regulación que logre balancear la mitigación de riesgos con incentivos para la innovación tecnológica. Impulsar la competitividad del sector financiero formal es fundamental para el crecimiento y desarrollo del país.

Por ello, el IMCO elaboró el reporte “Cómputo en la nube para el sector financiero: oportunidades para México”, donde se proponen una serie de medidas de política pública que permitan al país detonar su potencial en los servicios financieros para encaminar al país hacia una mayor inclusión financiera. No se puede hablar de un mercado competitivo cuando se excluye a más del 30% de los mexicanos.

Publicado en Animal Político.

30-09-2022