Durante los últimos años, Guerrero ha subido y bajado en el Índice de Competitividad. Lamentablemente, solo lo ha hecho una posición para ubicarse en el lugar 31 o en el 32 de todas las entidades del país. Un estado con enormes bellezas turísticas que no ha logrado en años romper un profundo rezago en multitud de áreas.
Las campañas para elegir gobernador en el estado han estado marcadas por el escándalo alrededor de cierto candidato y, como suele suceder, entre el ruido de los escándalos y los dramas, poco se habla de las verdaderas necesidades de Guerrero.
Veamos primero el vaso medio lleno. La costa de Guerrero le ha dado a la entidad fama y renombre. Es de los estados que más turismo recibe, el cuarto en términos de participación en la producción local. De todo el flujo aéreo que recibe el país, el 1% llega a Guerrero.
Sería condescendiente decir que Guerrero tiene áreas de oportunidad cuando lo que enfrenta son francos problemas cuyas soluciones requerirán trabajo arduo y decisiones difíciles. En cuestiones económicas, los guerrerenses tienen un PIB per cápita cercano a los 77 mil pesos. La tasa de crecimiento promedio anual del PIB de los últimos tres años es negativa, -3%, ocupa la posición 22 de los 32 estados del país. No es de extrañar, entonces, que millones de guerrerenses vivan en condiciones de pobreza. Guerrero es el segundo estado con mayor pobreza solo seguido por Chiapas, 66.5% de su población vive en pobreza y 26.8% en pobreza extrema, esto es, más de 2 millones 350 mil personas en pobreza multidimensional y 950 mil personas en pobreza extrema.
A pesar de que 70% de su población tiene acceso a telefonía móvil, se sitúa en el lugar 30 de los 32, al igual que en el acceso a internet que tiene el estado. Es de los estados que más tiene que trabajar para mejorar la inclusión financiera, tiene solo 3.6 cajeros automáticos y 64 terminales punto de venta por cada 10 mil adultos, ocupando las últimas posiciones en el índice.
En el estado, las mujeres que participan en la vida económica representan 38% de la Población Económicamente Activa, a media tabla comparando con el resto del país. Sin embargo, en términos de equidad salarial es en Guerrero donde se observan las mayores diferencias en el país. La escolaridad promedio del estado es de 6.3 años, por debajo del promedio nacional, ocupa la penúltima posición en el Índice en esta variable. Solo 12% de los estudiantes alcanzan un nivel aceptable en matemáticas.
Los guerrerenses tienen la menor expectativa de vida del país: 73 años, 2.2 años menor al promedio nacional y 3.6 por debajo de la Ciudad de México que tiene la mayor. Dato que quizás no sorprenda si consideramos que solo 18% de la población ocupada de Guerrero tiene acceso a instituciones de salud y la violencia lleva asediando al estado por años.
La seguridad es quizás el tema más relevante en la entidad. La cifra negra -los delitos no reportados- son un problema en todo el país, pero en Guerrero la situación es peor. No se reporta 94% de los delitos. Únicamente 11% de su población se siente segura. Ocupa la posición 24 en número de homicidios, la 19 en secuestros y la 14 en robo de vehículos. ¿Cuáles han sido las propuestas de los candidatos a gobernar este estado en este sentido? ¿Tienen sentido? ¿Son realistas?
La situación dramática que vive Guerrero no es producto ni de la pandemia ni de un par de años. El deterioro se ha gestado a lo largo de décadas. ¿Habrá algún candidato que vea más allá de sus ambiciones políticas? ¿Habrá alguien a quién verdaderamente le interese cambiar las condiciones de vida de los guerrerenses? Ojalá exista.
El Índice de Competitividad Estatal del IMCO les da a los ciudadanos –y a cualquier interesado—información relevante sobre las principales variables socioeconómicas del estado. Los datos siempre ayudan a la toma de decisiones. Espero que a los guerrerenses les ayude a tomar decisiones más informadas.
Publicado en Animal Político
07-05-2021