El gobernador 33

FOTO: RODOLFO ANGULO/CUARTOSCURO.COM

El pasado viernes 19 de febrero, por acuerdo del presidente, se ordenó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) crear el cargo de Gobernador de Palacio Nacional. Este puesto desapareció hace más de 100 años, pero ahora revive con el propósito de ejecutar las instrucciones del titular del Ejecutivo Federal. A pesar de la austeridad y en plena pandemia se genera más burocracia.

El Gobernador de Palacio Nacional será designado directamente por el presidente y además de supervisar las condiciones físicas de este histórico recinto, también está facultado para hacer estudios y propuestas para la asignación de áreas y optimización de espacios en Palacio Nacional, en particular de aquellos espacios en que el presidente resida y lleve a cabo sus actividades.

El nuevo Gobernador deberá gestionar la obtención de insumos necesarios para cumplir las órdenes del presidente. El renacimiento de este puesto de Gobernador genera más burocracia y es inconsistente con la política de austeridad.

Este trato virreinal no solo sucede a nivel federal. El gasto burocrático en algunos estados presenta incrementos alarmantes. En conjunto, entre 2015 y 2019 el gasto burocrático de los poderes ejecutivos estatales aumentó 8.7% en términos reales. Mientras que en ese periodo 19 estados redujeron su gasto en este concepto, 13 entidades federativas presentaron incrementos.

Un tercio de los recursos públicos estatales se destina a pagar sueldos, insumos y servicios para el funcionamiento de los gobiernos. Solamente en el ejercicio fiscal 2019, las administraciones estatales destinaron 687,670.3 mdp a gasto administrativo. Esta cifra equivale a 1.7 veces el gasto total en 2019 de todos los municipios del país (397,075.7 mdp) de acuerdo a lo reportado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Si hay algo que los gobiernos pueden planear es cuánta papelería, útiles de escritorio y equipos de impresión se emplearán en un año. A pesar de ello, se gastaron adicionalmente 694 millones de pesos en este tipo de gastos. La lista de ejemplos podría continuar. Más allá de lo plasmado en los presupuestos de egresos, en la mayoría de los gobiernos, la austeridad es más un elemento discursivo que una realidad.

La crítica a la política de austeridad no debe entenderse como una defensa a los gastos suntuosos o innecesarios. Se requieren suficientes recursos para que los gobiernos puedan realizar sus funciones y proveer servicios de calidad a la población. La crítica a la austeridad es que por un lado se recorta a machetazos y por el otro se generan despilfarros.

El costo de oportunidad de distraer recursos de rubros que contribuyen a incrementar el desarrollo económico y social, por gastos en viáticos, publicidad oficial o celebración de ceremonias protocolarias nos afecta a todos.

Publicado por El Sol de México
22-02-2021