De lavadoras, trabajo no remunerado y equidad de género

Por: Teresa Ruiz, investigadora de Sociedad Incluyente, y Natalia Campos, investigadora de Anticorrupción.

Quizás para quien lee esta columna contar con una lavadora en casa es una realidad. Sin embargo, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2020, en México 11 millones de hogares carecen de una lavadora. ¿Por qué esto es importante y por qué tiene que ver con la equidad de género?

La falta de acceso a electrodomésticos en el hogar está relacionada con la inequidad de género porque implica que el trabajo no remunerado es aún más difícil para quien realiza estas labores. En este caso, para las mujeres, pues es en ellas en quienes principalmente recaen las tareas del hogar.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT) 2019, mientras las mujeres mayores de 12 años que realizan trabajo no remunerado de limpieza de ropa y calzado en el hogar dedican en promedio 4.9 horas semanales a esta actividad, los hombres destinan en promedio dos horas semanales a las mismas tareas.

Dentro de las labores del hogar que se consideran trabajo no remunerado, lavar la ropa puede ser una de las más extenuantes. Según la ENUT 2019, en 28% de los hogares que no cuentan con una lavadora, las personas que realizan la actividad de lavado de ropa dedican, en promedio, 3.37 horas a la semana a esta labor –es decir, 175.2 horas al año–, en comparación con 2.69 horas en los hogares donde sí tienen este electrodoméstico. Mientras tanto, en Colombia, en los hogares que no poseen una lavadora dedican 5.5 horas semanales de trabajo no remunerado.

En este contexto, la economista Ximena Peña llevó a cabo un estudio en el que se entregaron lavadoras a familias de bajos ingresos. Uno de sus hallazgos fue que contar con una lavadora fomenta la redistribución de las labores al interior del hogar: las mujeres disminuyeron el tiempo dedicado al lavado de ropa y los hombres dedicaron menos tiempo al ocio y más al cuidado de los hijos.

En los hogares de menores ingresos suelen coincidir tres fenómenos: la falta de acceso a electrodomésticos, la prevalencia del estereotipo donde las mujeres deben realizar la mayor parte de las tareas del hogar y, por consiguiente, la distribución desigual del trabajo no remunerado entre hombres y mujeres.

Además, uno de los factores que pueden complicar el panorama de las mujeres que viven en hogares de bajos ingresos es que se encuentran en un círculo vicioso en el que dedican gran parte de su tiempo a trabajo no remunerado, no cuentan con ingresos propios y, por tanto, no están en la capacidad de adquirir una lavadora cuyo precio ronda entre los 3 mil y los 20 mil pesos.El trabajo no remunerado del hogar recae principalmente en las mujeres, pero no todas lo vivimos por igual. Tener o no ciertos insumos que faciliten las tareas domésticas es un ejemplo de esto. Por ello, es importante considerar que aún dentro del mismo grupo de las mujeres hay desigualdad, especialmente entre quienes no tienen oportunidad de alcanzar su autonomía económica, lo que les impide tomar decisiones de compra –y de vida– transformadoras.

Publicado en La-Lista.

13-04-2022