En el marco del Día del Niño, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha insistido en su campaña para erradicar el trabajo infantil.
Habría que estar mal de la cabeza para no reconocer la importancia de que se preserven los derechos de los niños en el país, pero hay que ser cuidadosos al distinguir entre explotación infantil y trabajo infantil. Son dos cosas muy distintas. No distinguirlas adecuadamente puede llevarnos a intentar reparar cosas que no están descompuestas.
La Convención sobre los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no habla de erradicar el trabajo infantil sino de proteger a los niños de la explotación económica y de hacer trabajos que interfieran con su educación o que pongan en peligro su desarrollo.
Al hacer la distinción, la referida Convención reconoce implícitamente que hay trabajos que sí son adecuados y que no constituyen explotación infantil.
Yo creo que la mayoría hemos visto padres de todos los niveles de ingreso en muchos lugares del mundo que fomentan que sus hijos aprendan a trabajar sin que ello signifique explotación infantil.
Hace unos días, en una conferencia, uno de los aspirantes a la Presidencia presumía que había trabajado en el negocio de su padre desde los cinco años.
Dudo mucho que haya habido explotación de por medio. Según quien lo contó, esa experiencia contribuyó a su formación.
Cuando leo declaraciones que lamentan que supuestamente más de 3 millones de niños trabajen en México sin recibir pago no me salen las cuentas.
Primero que todo, ¡claro que no reciben pago! ¡Es ilegal! Por otro lado, la cobertura de la primaria y la secundaria es prácticamente 100 por ciento. Eso quiere decir que, prácticamente, todos los niños van a la escuela. En México está prohibido contratar niños. Pero ni la Convención de la ONU ni las leyes mexicanas implican que los niños no puedan trabajar.
Sin duda, existen casos horrendos de explotación infantil, pero, en la mayoría de los casos, debe tratarse de hijos ayudando a sus padres por necesidad.
Claro que a algunos puede horrorizarles que un niñito venda chicles, le ayude a su papa a cuidar coches, limpie zapatos o cobre el pasaje en un pesero, pero eso no quiere decir que lo estén explotando.
En su lugar, también me gustaría tener a mis hijos al lado cuando no están en la escuela.